2017年10月8日 星期日

阿根廷教會每日靈修 - Devocional del Dia 08.10.2017



順從 神的話、保守自己的心

耶利米書第卅五,卅六章

 

人不喜歡受約束,如同耶利米書裡的約雅敬王一樣不喜歡被 神的話語警示一般,但 神的話無論人如何掩耳不聽,或宛如王一樣堅決的抵擋,將 神話語所啟示的書卷用刀割破,丟入火盆中燒毀,仍舊無法讓 神的話語消失,因為 神是永活的真神,有智慧、有尊貴、有能力,祂的話語依然!於是,神再次差遣耶利米說:「你再取一卷,將猶大王約雅敬所燒第一卷上的一切話寫在其上。」(卅六27~32)。

其實,神樂意親近人,樂意與人說話,只是人不願意聽 神的話,沒有尋求 神的心。如果願意的話,神的話語不難尋,不難遵守,祂必以祂永不改變的話語,堅定在天地之間,且歷世歷代永存為要賜福與順服的人:

「草必枯乾,花必凋謝,唯有我們上帝的話必永遠立定。」(賽四十8)

「天地要廢去,我的話卻不能廢去。」(太廿四35)

「我今日所吩咐你的誡命不是你難行的,也不是離你遠的;不是在天上,使你說:『誰替我們上天取下來,使我們聽見可以遵行呢?』也不是在海外,使你說:『誰替我們過海取了來,使我們聽見可以遵行呢?』這話卻離你甚近,就在你口中,在你心裏,使你可以遵行。」(申卅11~14)

世上有許多人不相信有 神的存在,因為他們宣稱:「沒有看到、沒有觸摸到、毫無感受到,...怎能證明?」,卻一旦身陷困境、噩耗之中時,往往驟然相信有 神,因為那正是他們怪罪、埋怨、怨恨的對象,說:「祢為何如此殘酷,容許災難臨到?」且斷定:「神不是慈愛,祂是殘忍的!」。事實上,神的誡命是為了人的益處,叫被祂造的人能夠受祂最美、最善的指引,一生蒙福!只是人欲走自己喜歡的路,卻是遠離 神、遠離生命的道路。災難只不過是悖離 神的結果。

還好,另外有一種人,他們是宛如耶利米書第卅五章裡的利甲族人。這群人是利甲的兒子約拿達的後裔。約拿達就是那位在此兩百五十年之前曾經協助過 神所膏抹為以色列王的耶戶,他們同心滅除亞哈王家裡剩餘的人、剷除以色列的巴力崇拜勢力(王下十15~28)。這位虔敬的約拿達定規他的子嗣世世代代都要敬畏耶和華,不容酒玷污身子,一生過住帳棚的日子(卅五6~10),意思是:活在世界卻宛如過客,不戀眷世界、不受世界罪惡的影響(彼前二11)。既使經過兩百五十年,這個族類都忠心順從,於是不但被 神肯定,還領受世世代代侍立在 神面前的尊榮(卅五18,19)。願我們亦有這般 神所喜悅的態度,順從 神的話、保守自己的心,永遠活在 神話語中的自由和榮耀裡!


何仁豪牧師
 

 

Obedecer la palabra de Dios y guardar nuestros corazones

Jeremías 35 y 36

A las personas no les gusta estar sometido bajo restricciones. Así era el rey Joacim del libro Jeremías; no le gustaban las advertencias de Dios. No obstante, no importa si nos tapamos los oídos para no escucharlo, o como el rey Joacim, quien para evitar su difusión cortó el rollo de la palabra de Dios con un estilete y lo arrojó al fuego del brasero, aún así su palabra no desaparecerá. Porque Dios es un Dios eterno y verdadero, sabio, honorable, y poderoso, y su palabra permanecerá por siempre. Dios envió de vuelta a Jeremías y le dijo: “Toma otro rollo, y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo quemado por Joacim, rey de Judá.” (Jeremías 36:27-32).

En verdad, a Dios le gusta acercarse a las personas, y está dispuesto a hablarnos. Solo que las personas no quieren escucharlo y no buscan su voluntad. Si estuviéramos dispuestos, su palabra no sería difícil de encontrar, ni sería difícil de obedecer. Él está presente en sus palabras, que son eternas, firmes entre el cielo y la tierra, por los siglos y las generaciones, para bendecir a quienes le obedecen:

“La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.” (Isaías 40:8)

“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.” (Mateo 24:35)

“Este mandamiento que hoy te ordeno obedecer no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está arriba en el cielo, para que preguntes: “¿Quién subirá al cielo por nosotros, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?” Tampoco está más allá del océano, para que preguntes: “¿Quién cruzará por nosotros hasta el otro lado del océano, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo? ¡No! La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas.”(Deuteronomio 30:11-14)

En el mundo hay mucha gente que no cree en la existencia de Dios, porque claman lo siguiente: “Si no lo vemos, no lo tocamos, ni podemos sentirlo, ¿cómo podríamos comprobarlo?” Y cuando reciben malas noticias o están en crisis, a menudo creen repentinamente en Dios, pues le culpan, se quejan y derraman odio hacia cualquiera, y le reprochan: “¿Por qué eres Tú tan despiadado que has permitido que el desastre venga?” Y concluyen con: “Dios no es amor; es atroz.”

En realidad, la ley de Dios es por el bien de los hombres. Llama a todo aquel que creó, a ser guiado por el sendero más precioso y bueno: ¡a tener una vida de bendición! No obstante, las personas caminan por la senda que quieren, alejados de Dios y del camino de vida. Las calamidades no son más que el resultado de la desobediencia a Dios.

En el mundo hay mucha gente que no cree en la existencia de Dios, porque claman lo siguiente: “Si no lo vemos, no lo tocamos, ni podemos sentirlo, ¿cómo podríamos comprobarlo?” Y cuando reciben malas noticias o están en crisis, a menudo creen repentinamente en Dios, pues le culpan, se quejan y derraman odio hacia cualquiera, y le reprochan: “¿Por qué eres Tú tan despiadado que has permitido que el desastre venga?” Y concluyen con: “Dios no es amor; es atroz.”

En realidad, la ley de Dios es por el bien de los hombres. Llama a todo aquel que creó, a ser guiado por el sendero más precioso y bueno: ¡a tener una vida de bendición! No obstante, las personas caminan por la senda que quieren, alejados de Dios y del camino de vida. Las calamidades no son más que el resultado de la desobediencia a Dios.

Por suerte, hay otra clase de personas, que son como los recabitas del capítulo 35 del libro Jeremías. Esta tribu es descendencia de Jonadab, hijo de Racab. Jonadab era el que doscientos cincuenta años atrás había ungido como rey a Jehú. Juntos se aliaron para destruir a los remanentes del rey Acab y erradicar a los seguidores de Baal (2 Reyes 10:15-28). Jonadab ordenó a su descendencia a obedecer a Dios, a no beber vino, y habitar en tiendas de campaña (Jeremías 35:6-10). Esto implica que ellos buscaban: vivir en el mundo pero como pasajeros, no amando ni moldeándose por lo mundano, y no dejándose influir por la maldad del mundo (1 Pedro 2:11). Después de doscientos cincuenta años, esta tribu continuó obedeciéndole fielmente. Por eso, no solo fueron reconocidos por Dios, sino que todas generaciones siguientes recibieron la misma honra (Jeremías 35:18-19). Ojalá podamos tener esa actitud de agrado a Dios, obedeciendo su palabra, guardando nuestros corazones, ¡y viviendo siempre en la libertad y gloria de la palabra de Dios!

Pr. Felipe Ho